Cooperativas de mujeres: el argán de Marruecos

Te presentamos las cooperativas de mujeres que colaboran para obtener aceite de argán sostenible en Marruecos; comprueba cómo los frutos de su trabajo benefician a los campos africanos.

El sol cae a plomo en Argáneraie (Marruecos), lo que marca el comienzo de un nuevo y abrasador día. Los meses de julio a octubre son un periodo de intensa actividad para las mujeres de una cooperativa local, que deben levantarse a primera hora de la mañana en busca de los frutos desechados que caen regularmente de los árboles de argán maduros.

El pueblo berebere lleva siglos utilizando el aceite de argán, originario de Marruecos, como alimento, producto cosmético y medicamento; aunque durante la última década este producto se ha convertido en un importante negocio en la industria cosmética internacional.

Si se gestiona de forma correcta y ética, este auge podría proporcionar una excelente fuente de ingresos sostenible a las comunidades locales.

Antes de que las cabras comiencen a pastar, las mujeres de la cooperativa recogen las valiosas nueces de argán, transportan las semillas a un edificio comunitario refrigerado y comienzan a procesarlas para su transformación en aceite. Las 42 mujeres que trabajan actualmente en Ifrawnlhna preparan una media de 1 kg de semillas de argán peladas cada día; para ello, retiran la capa exterior y rompen la cáscara interior.

A continuación, las semillas se transportan a la ciudad de Agadir, donde se trituran para obtener el valioso líquido ámbar. Se precisan unos 2,3 kg de semillas de argán para producir un litro de aceite. Para garantizar que todo el fruto se aprovecha, la masa resultante del prensado (un subproducto del proceso) se vende localmente como artículo cosmético, mientras que la nutritiva pulpa se utiliza para alimentar a los animales del pueblo, y las cáscaras, como combustible.

En la actualidad, existen 22 cooperativas que envían las semillas procesadas a Agadir. La producción del aceite de argán se dirige desde esta ciudad, con un sindicato y presidente elegidos que organizan las exportaciones y controles de calidad, además de gestionar la demanda.

Siempre que se recibe un pedido, se designa a uno de los grupos de la aldea para producirlo en su totalidad, lo que garantiza la trazabilidad de cada lote de entrega hasta los trabajadores que participaron en su elaboración y facilita el mantenimiento de unos estándares de frescura adecuados. Además de certificar que el aceite producido es de alta calidad, trazable y fresco, el sindicato organiza evaluaciones y cursos de formación de forma continuada en todas las cooperativas, de manera que puedan conseguir la certificación de producto ecológico y comercio justo de ECOCERT. Esto les permite mantener la categoría de productores artesanos y garantizar un precio justo de todos los compradores por su aceite.

El sindicato también apoya los esfuerzos directos para mantener la sostenibilidad de la empresa y conseguir que sea medioambientalmente segura para las comunidades locales. El gobierno local ha financiado la siembra anual de alrededor de 300 hectáreas de plantones, con el fin de proteger esta valiosa industria para las generaciones futuras y evitar la erosión del suelo. Entre las silenciosas aldeas, se pueden observar árboles de argán en las colinas, entremezclados con almendros, olivos, azufaifos y otros. Sus raíces impiden el avance del desierto. Es evidente que, aunque su estrella continúe en alza en los mercados internacionales, este valioso aceite representa un papel muy importante en el ámbito local.    

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Fotografía de Sthephanie Newton

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