Papel de plátano: la forma verde de envolver para regalo
Combatir la pobreza en Zambia, proteger los bosques y la vida silvestre… ¿es posible que los plátanos consigan todo eso? Nos lo cuentan las personas que lo hacen posible convirtiendo los tallos de la planta en un papel de precioso diseño que envuelve algunos de nuestros regalos.
Después de saciar su sed en la orilla de una de las numerosas lagunas del río Luangwa, una manada de cebras levanta la cabeza para saludar al sol, que se asoma por el horizonte. Hipopótamos revolcándose, monos en busca de alimento, cocodrilos sumergidos, elefantes chapoteando y jirafas pastando se reúnen a lo largo de esta próspera vía fluvial: uno de los santuarios más grandes del mundo.
Hogar de una gran concentración de animales -incluyendo más de 400 especies diferentes de aves- esta área de 9000 km2 situada en el este de Zambia parece un paraíso, pero detrás de este idílico paisaje se esconden peligros que amenazan la supervivencia de los habitantes de la región. No, no son los leones o leopardos precisamente, sino la deforestación, la caza furtiva, la falta de educación y atención médica y la pobreza generalizada.
La mayoría de la población en Zambia se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, con más de la mitad de sus 16,6 millones de habitantes ganando menos de 1,9 dólares al día. Se trata de uno de los países con los niveles más altos de pobreza y desigualdad. Muchas de las personas que sufren esos niveles de pobreza residen en zonas rurales, como las numerosas aldeas que se encuentran en el sur de Luangwa. Los hospitales están muy lejos, hay pocas oportunidades para la educación y, excepto por el turismo de safaris, aún menos para el trabajo. Los problemas se ven agravados por el deficiente saneamiento ambiental que puede dar lugar a brotes de enfermedades que se transmiten por el agua y los alimentos, como el cólera, la disentería y la fiebre tifoidea.
La situación desesperada que viven los zambianos les ha llevado a tomar medidas también desesperadas: talando árboles para conseguir leña y cazando animales de forma furtiva para venderlos o comer.
Una nueva esperanza
Un día de 2007, la japonesa Satoko Ekberg y su marido Peo, de Suecia, tuvieron una gran idea junto al experto local en biodiversidad, Billy Nkhoma, que buscaba restaurar la abundante vida silvestre de la región y sus hábitats, además de empoderar a la población local que vivía en las aldeas de South Luangwa, a través de la formación.
"Satoko y yo hemos trabajado como consultores ambientales y de sostenibilidad durante más de dos décadas”, dice Peo, que añade: "Pensamos que con las conferencias, la escritura de libros y la enseñanza universitaria no era suficiente si no hacíamos nada sobre el terreno. Así que decidimos ponernos manos a la obra en lo que llamamos ‘sustainability in reality’ (sostenibilidad en la realidad).
Consciente de que cada día se utilizan más de un millón de toneladas de papel, el equipo se preguntaba si existía una alternativa. Algo así como una fibra de papel con un enfoque integral y sostenible que pudiera satisfacer el crecimiento económico tanto en África como en el resto del mundo, protegiendo al mismo tiempo la naturaleza, la fauna, la flora, y a la población del continente. Entonces llegó la respuesta: plátanos o ,más exactamente, fibra de plátano.
"Entendimos que la destrucción del medioambiente es el resultado de la pobreza, pero la pobreza también puede ser el resultado de la destrucción del medioambiente. Entonces nos preguntamos ‘¿y si pudiéramos encontrar algo que pudiera resolver los dos problemas al mismo tiempo?’", comparte Peo.
"Luego encontramos el papel de plátano y su potencial como recurso renovable. La población mundial se ha duplicado desde los años 70, mientras que el uso de papel ha aumentado cinco veces. Eso es insostenible. ¿De dónde vamos a sacar todos esos árboles en el futuro?", añade.
El ingrediente más importante del papel es la fibra vegetal, que generalmente proviene de árboles de madera blanda -como el abeto y el pino- o de árboles de madera dura -como el abedul y, cada vez más, del eucalipto- que pueden tardar entre 7 y 20 años en alcanzar un tamaño "aprovechable".
Sin embargo, los bananos tardan tan solo un año en crecer y una vez cosechados los plátanos, los agricultores cortan los tallos para que la nueva fruta pueda crecer al año siguiente. El equipo se dio cuenta de que el tallo de esta planta, que en la mayoría de los casos se desechaba como residuo, contenía una fibra significativamente fuerte que se podía emplear en la fabricación de papel.
"Los bananos se pueden usar como papel, a la vez que proveen comida, protegen los bosques, apoyan la agricultura orgánica y reducen la pobreza y la caza furtiva", afrima Peo.
Plantar una idea
Con la ayuda de 23 locales, así como de 41 productores de plátanos orgánicos del sur de Luangwa, la idea se hizo realidad. Para 2011, el equipo había desarrollado un proceso de trabajo a mano que resultó en una fibra de alta calidad, "libre de árboles". Son las mujeres las que cortan en secciones los troncos de banano, los descortezan, y de forma repetida exprimen el agua usando una herramienta de madera parecida a una escobilla de goma. Más tarde, escurren a mano la sustancia fibrosa que queda y la cuelgan en hilera en el centro del pueblo, donde el sol es más fuerte.
Una vez que la fibra está seca, se agrupa, envasa y envía al Reino Unido, donde se mezcla con papel desechado (reciclado) y se transforma en papel de fibra de plátano. Hoy en día, la iniciativa sin fines de lucro se conoce como One Planet Café Zambia, y ha demostrado que es posible vivir, disfrutar y hacer negocios dentro de los límites que marca la ecología.
En 2014, el grupo construyó una fábrica de papel de plátano sobre un terreno deforestado en South Luangwa, con financiación japonesa. Esta fábrica libre de químicos ha recibido el nombre de “Fábrica Verde” porque utiliza energía renovable (incluyendo energía solar) y materiales locales, reciclados y con licencia medioambiental.
Además de regenerar la biodiversidad, con más de 500 árboles recién plantados y un huerto orgánico, se dice que la base integra los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Además, se estima que hasta 1000 miembros de la comunidad se benefician de esta fábrica. El "equipo bananero" cuenta ahora con ingresos, acceso a la educación, formación y una mejor calidad de vida, incluyendo un seguro médico, atención dental, pago por enfermedad e incluso bicicletas.
Los habitantes de la zona han obtenido mosquiteras para reducir el riesgo de paludismo, y cientos de personas han recibido paneles solares y lámparas para ayudar a detectar y ahuyentar a los escorpiones y serpientes cuando usan los aseos y las duchas al atardecer. También se han dado luces solares a clínicas rurales que carecen de electricidad y, ya que las aldeas de los alrededores carecen de agua potable, se invita a la población local a que obtenga agua potable de forma gratuita en la Fábrica Verde todas las mañanas y todas las noches.
"Actualmente estamos en contacto con Ruanda para poner en marcha un proyecto similar allí. También se han puesto en contacto con nosotros personas de otros muchos países africanos", responde Peo cuando se le pregunta si esta idea puede ser implementada en otros lugares.
"Hay un gran potencial en el papel y las fibras de plátano, pero sólo si se hace correctamente y de forma sostenible. No queremos repetir los errores del mundo del aceite de palma'", añade.
De Zambia al Reino Unido
Cuando la fibra de plátano está preparada se envía desde Zambia hasta Apsley (una localidad al este del Reino Unido), donde está Frogmore Mill, el lugar de nacimiento de la revolución industrial del papel y la fábrica de papel mecanizada más antigua del mundo. Frogmore Mill está gestionada ahora por The Apsley Paper Trail, una organización benéfica de conservación y educación dedicada a mantener, interpretar y presentar el patrimonio industrial único de esta industria vital y sitio histórico. La fábrica sigue produciendo papel especial, más de 15 toneladas al año, en una máquina de 1902.
En uno de los lados de la sala de producción se encuentra la humeante máquina de fabricación de papel, que alberga una larga cinta transportadora que atraviesa resortes, engranajes y bombas.
"Se mantiene todo unido con cinta adhesiva", bromea Gary Fuller, el maestro fabricante de papel de la fábrica.
Esta máquina de un siglo de antigüedad, que fue construida para realizar experimentos a pequeña escala, se convirtió en la elección perfecta para producir el papel de desecho reciclado y fibra de plátano, el adecuado para las necesidades de embalaje de Lush, que resultó ser de 75:25.
El papel usado, al que se le quita la pulpa en el lugar, se mezcla con la fibra de plátano y mucha agua. Después de mucho cribar, aspirar, exprimir, enrollar y calentar, el resultado es un rollo de papel liso, plano y seco.
Lejos de confiar en los ordenadores, Gary vigila todo el proceso cuidadosamente, utilizando todos sus sentidos para juzgar el proceso basándose en dos décadas de experiencia.
“Realizar las pruebas para encontrar el equilibrio adecuado entre fibras fue exactamente la finalidad para la que se creó la máquina en 1902 y debido a nuestra flexibilidad única, somos uno de los pocos lugares en el mundo donde el papel se produce de manera rentable”, defiende el experto.
Después de enrollar el papel de fibra de plátano, el producto de color paja se envía a una pequeña empresa de impresión en Dorset -a menos de 30 Km de la fábrica de Lush- que comparte nuestra ética y pasión por la creación de papeles únicos en nuestra amplia gama de regalos.
Fotografías por cortesía de One Planet Café Zambia. En la imagen principal Susan y Beatrice hacen láminas de fibra; A mitad de texto, Florence inspecciona las láminas de fibra.