Apicultura en Brasil: una forma de restaurar el ecosistema

Algunos apicultores se han forjado una mala reputación por no cumplir con los estándares de bienestar de las abejas, pero hay otros muchos que hacen las cosas de forma diferente.

En la comunidad de Barro Vermelho, en Brasil, utilizan la miel para regenerar la naturaleza, aumentar las poblaciones de abejas y conseguir que las personas tengan una vida mejor. En el Lush Summit, el líder de esta comunidad, Eusebio De Carvalho, contó su historia a la redactora de Lush Times, Katie Dancey-Downs.

En la zona rural del noreste de Brasil, el zumbido de las abejas envuelve a la comunidad de Barro Vermelho. Este sonido de fondo es un símbolo que va más allá de una fuente de ingresos. Aquí las abejas representan la libertad de las personas indígenas.

Los miembros de esta comunidad son descendientes de esclavos, y las construcciones levantadas durante ese doloroso período de la historia siguen aquí; es difícil olvidar las atrocidades cuando las viejas casas que se utilizaban para golpear y castigar a tus antepasados siguen en pie.

Eusebio De Carvalho, líder de la comunidad, habla abiertamente del sufrimiento de sus antepasados a manos de los hombres y mujeres blancos que los convirtieron en esclavos, una historia de dominación por parte de aquellos que tenían el poder.

“Todo acabó con la abolición de la esclavitud, el momento en el que los esclavos por fin fueron libres”, explica Eusebio.

La lucha de este pueblo por ser reconocido como comunidad Quilombola fue larga, pero el esfuerzo tuvo su recompensa cuando al final lo consiguieron el 29 de marzo de 2013. Este título certifica que son descendientes de esclavos de Brasil, lo que les permite optar a ayudas del gobierno. La comunidad Quilombola Barro Vermelho recibe ahora apoyo legal gracias a una entidad llamada Palmares. Esto les ha ayudado a sentirse mejor representados en el país, además de más seguros de poder enfrentar cualquier injusticia que se presente en el futuro.

El hecho de ser reconocidos como comunidad Quilombola fue una gran victoria, pero eso es solo una parte de la historia. Antes no existía una comunidad y tampoco libertad, porque todos los ingresos de los locales estaban sujetos a la producción de maíz y habichuelas, y con eso no podían vivir.

¿Cómo se convirtieron en apicultores?

La apicultura dio un giro a esta historia, la idea surgió cuando un productor de miel italiano visitó la comunidad en 1999 y compartió con los locales algunos de sus conocimientos.

“Nos animó mucho, porque aquellos que se esfuerzan por hacer de la apicultura una forma de vida, ya no vuelven atrás”, explica Eusebio.

Al principio tuvieron que recorrer un largo camino. Los nuevos apicultores sacaron el máximo provecho del programa de formación que ofrecía el SEBRAE, una institución gubernamental. Poco tiempo después, ya habían establecido vínculos con otros apicultores de la región. Eusebio, por su parte, estudió más cursos y pasó una época junto a un grupo de expertos en Picos, una ciudad del estado de Piauí. Luego volvió a su comunidad para compartir todo lo que había aprendido. Al final, para poder trabajar mejor todos juntos, los productores de miel de Barro Vermelho decidieron crear una asociación.

“Estoy feliz porque hemos conseguido crear una comunidad desarrollada, organizada y muy popular. Todo el que vive aquí se siente afortunado de pertenecer a una comunidad que crece cada día”.

La producción de miel tiene también su lado oscuro, sobre todo por culpa de algunas formas de apicultura industrial, donde trasladan a las abejas continuamente, las explotan y las encierran en espacios reducidos. Una práctica común consiste en cortar las alas de las abejas reinas, para evitar así que enjambren y lleven al resto de insectos a una colmena diferente. Al final del proceso, con la llegada del otoño y la recolección de la miel, llega también el sacrificio de las abejas.

Por suerte, las cosas en Barro Vermelho se hacen de forma muy distinta. El bienestar de las abejas es siempre lo primero, por eso, procuran no intervenir en sus colmenas. Los apicultores crían a sus propias reinas de forma natural a través de la sucesión, y no impiden que las colonias formen enjambres. Todos los insectos son libres de seguir sus instintos naturales.

También al recolectar la miel tienen en cuenta el bienestar de las abejas, que es el centro de todo lo demás. En la colmena, respetan la parte donde vive la abeja reina y donde pone los huevos. Solo recogen el exceso de miel para el consumo humano, nunca más de lo que les sobra a las abejas.

El resultado es miel orgánica de comercio justo que venden al colectivo Casa Apis, fundado en 2005 por Antonio “Sitonho” Dantas, un apicultor que quería contribuir con el tejido social del Estado. Un día decidió que había llegado el momento de trabajar en conjunto, y no los unos contra los otros. Ahora, Casa Apis se ha convertido en una organización que engloba a otras cinco grandes cooperativas en Picos, representando en total a 1000 apicultores. Esa miel llega hasta Norteamérica y Europa, donde Lush la incorpora a sus productos.

Cuando Eusebio comenzó su experiencia como apicultor, tenía un sueño: conseguir una casa mejor. Los beneficios que ahora obtienen de la producción de miel han cambiado las perspectivas de la comunidad, mejorado también sus condiciones de vida, tanto que Eusebio ha conseguido su meta y ahora vive en la casa de sus sueños.

“Todos los apicultores han podido comprarse sus propios coches y dicen, con orgullo, que todo ha sido gracias a la miel”, explica.

Eusebio y su equipo también asesoran a los que deciden convertirse en apicultores. Primero les preguntan cómo quieren cambiar sus vidas, en Barro Vermelho cada uno tiene sus propios sueños, pero todos comparten un objetivo común: el de trabajar juntos para alcanzar las mismas metas.

En Barro Vermelho las personas y la naturaleza viven en armonía, lo que significa que los humanos respetan a las abejas. Pero aquí, las cosas no se quedan en simple sostenibilidad, porque el objetivo principal es regenerar de forma activa la tierra, la economía y la población de abejas.

La apicultura, defiende Eusebio, es la estrella de la comunidad.

De nuevo, el bosque

Además del impacto en la vida de los locales, la apicultura ha enseñado a la comunidad Barro Vermelho a cuidar del entorno.

En esta región debería haber unas 40 especies de plantas nativas. Los inviernos cálidos, secos y largos deberían alternarse con ráfagas de lluvia durante todo el verano, un ambiente ideal para que la flora nativa prospere; también, por supuesto, para que las abejas tengan un entorno donde vivir. Pero el cambio climático y la continua deforestación han acabado con todo.

Las condiciones climáticas extremas han reducido de forma drástica las lluvias, ahora en vez de caer 600 mm de agua al año, caen 200. Para estos apicultores consultar el tiempo significa mucho más que acertar con la chaqueta, para ellos supone seguridad económica. Sin la lluvia, puede que no haya flores y eso tiene un impacto devastador en las abejas. Si eso pasa, las colmenas podrían abandonar la zona para buscar néctar en otra parte.

“La falta de lluvia se debe, sobre todo, a la deforestación causado por los humanos”, dice Eusebio.

Al mismo tiempo, admite que en el pasado él mismo aclaró la tierra para la agricultura, convirtiéndose así en parte del problema.

Desde entonces, las cosas han cambiado mucho, y cuidar de las abejas, significa también cuidar del hábitat donde viven. Las personas de Barro Vermelho han aprendido la importancia de la naturaleza, y el gran daño que ha causado la deforestación al ecosistema.

“En el pasado la deforestación era brutal. Ahora nos centramos en el bosque y en protegerlo, cuando hace tiempo hicimos todo lo contrario”, cuenta Eusebio.

Las familias de la comunidad se están convirtiendo en auténticas guardianas del bosque. Barro Vermelho ha unido fuerzas con Casa Apis en un nuevo proyecto de reforestación que proporciona a las familias especies de semillas nativas para plantarlas y cuidar de ellas. Las abejas tienen una nueva oportunidad ahora que la vegetación nativa vuelve a ocupar su lugar.

Esta comunidad, que asienta sus raíces en una historia dolorosa, ha encontrado fuerza en la apicultura. Las personas sienten que tienen el control de un relato al que pueden dar un mejor final, esa es la principal razón por la que trabajan en armonía con la naturaleza.

Solo recogen el exceso de miel para el consumo humano, nunca más de lo que les sobra a las abeja. Descubre esta miel hidratante en nuestra gama de productos como el champú sólido Honey I Washed My Hair o el gel de ducha Honey I Washed The Kids.

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