Toda la verdad sobre los jabones

Cuando limpiamos la piel, los jabones son una parte fundamental de cualquier rutina y, hasta donde nos alcanza la memoria, siempre lo han sido, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo funcionan? O ¿cómo se fabrican?

¿Cómo funciona un jabón?

La versión corta es que el jabón limpia la piel permitiendo que el aceite se mezcle con el agua, así la grasa y la suciedad desaparece al enjuagarnos. Las moléculas de jabón actúan como un imán: una de las mitades repele el agua (es la parte hidrofóbica) y atrae a los aceites de la piel, mientras que la otra, hace lo contrario y se une al agua (hidrofílica). Así es como los aceites quedan suspendidos en el agua y se pueden eliminar con facilidad.

La piel está recubierta de forma natural por una capa llamada microflora, que protege a la dermis de gérmenes, infecciones y bacterias que causan enfermedades, pero ¿qué pasa con ella cuando nos duchamos? Cuando utilizamos jabón acabamos con la suciedad, pero también con esta defensa de la piel. Un estudio ha demostrado que el jabón antibacteriano elimina la protección natural de la piel, dejándola vulnerable al ataque de gérmenes y posibles infecciones. Sin embargo, el jabón sólido es menos agresivo y hace el mismo trabajo, lo que supone una buena razón para volver donde todo empezó, antes de los dispensadores y los botes de plástico.

Una breve historia del baño

Los primeros jabones eran simples combinaciones de aceites con ceniza de madera, arcilla o arena, con el paso del tiempo, estos productos han avanzado mucho, pero el proceso de fabricación sigue siendo muy parecido a lo que se hacía al principio: hervir aceites y grasas con un álcali para obtener jabón y su derivado, la glicerina. Antes era habitual utilizar grasas animales, sobre todo de oveja o ternera, que después se mezclaban con aceites de oliva, coco o palma. Aunque muchas bases de jabón siguen utilizando sebo hoy en día, Lush solo usa aceites vegetales.

Durante la Segunda Guerra Mundial la escasez de alimentos llevó a buscar alternativas químicas a los aceites y grasas utilizadas hasta el momento. Estos jabones líquidos 'modernos', también conocidos como detergentes, se crearon a partir de surfactantes y aditivos artificiales. En los años 50, las ventas de las innovadoras fórmulas superaron por completo a las del jabón tradicional.

Ahora, y durante la última década, se han popularizado los jabones líquidos antibacterianos, esos que prometen matar el 100% de los bichitos. El problema de este tipo de producto es que suele llevar demasiados envases, incluyendo partes no reciclables, que son el refugio perfecto para las bacterias. Los océanos se están llenando de todo ese plástico, cada año llegan hasta el mar 12,7 millones de toneladas de desperdicios, quizás por eso, la mejor idea es volver a los orígenes.

Lo nuevo: jabones innovadores

Lejos de dormirnos en los laureles, preferimos experimentar, porque puede que los jabones no sean para todo el mundo, pero ir a lo seguro no es para Lush, nos gusta crear nuevas bases y texturas revolucionarias. Dar forma a jabones como nunca antes los habías visto es una de nuestras pasiones, por eso utilizamos aceite de oliva, argán y colza para hacer las bases de estos productos, perfectos para todos aquellos a los que les gusta darle la vuelta a la rutina habitual.

Y el jabón no es el único encargado de limpiar la piel, hay una gran cantidad de ingredientes que se pueden añadir a una fórmula para potenciar sus efectos. La arena o la sal son potentes exfoliantes; las algas, ayudan a suavizar; y el carbón asegura una limpieza profunda de la piel. Nos gusta experimentar con ingredientes muy distintos para crear jabones que todo el mundo pueda disfrutar.

Puede que te gusten más los que exfolian, los que se mantienen de pie o los de aroma cítrico, no importa la elección, porque cualquiera de ellos te dejará la piel completamente limpia. Entonces ¿qué te parece dejar la botella y pasarte al naked? Echa un ojo a toda la gama de jabones.

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