Pioneros en la paz
Los asesinatos, las desapariciones y los desplazamientos forzados son situaciones diarias que llegan hasta Jesús Emilio y Arley Tuberquía, dos representantes del consejo interno de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en el noroeste de Colombia.
Este artículo lo escribió en 2014 Paulo Mellet, un activista medioambiental que comenzó la colaboración entre Lush y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Paulo, un gran defensor de las técnicas de permacultura, ha tenido un impacto profundo en las prácticas de compra de Lush. Diez años después de su fallecimiento, su legado sigue estando muy vivo, bien a través de los proyectos que implementó, bien a través de la creación del Lush Spring Prize.
La comunidad es un proveedor extraordinario. A pesar del conflicto vigente en la zona, sigue viviendo pacíficamente y cultiva y cosecha los granos de cacao utilizados en productos como la crema corporal Charity Pot.
La visita a Jesús Emilio y Arley se gestionó con el apoyo de la organización de derechos humanos Peace Brigade International (PBI). La PBI ha estado trabajando con la Comunidad desde su fundación en 1997 con el objetivo de que el mundo fuese consciente de la peligrosa situación de los derechos humanos en Colombia. Suelen enviar observadores voluntarios para mostrar solidaridad, y estos observadores internacionales dan testimonio de las amenazas a las que se enfrenta la comunidad. Esta presencia internacional también es una forma de protección. «Sin ella, estaríamos masacrados», explica Jesús Emilio.
La Comunidad de Paz se fundó en contra de un contexto de violencia e intimidación por parte del ejército, los combatientes de la guerrilla izquierdista y los grupos paramilitares de derechas. Un grupo de unos 2100 agricultores se comprometió a la no violencia; lo que piden es que quienes están a su alrededor respeten su derecho a la paz y a la no involucración en el conflicto, y se aferran a la ley internacional de derechos humanos. La comunidad comparte las siguientes reglas: no aceptar las armas; ni asociarse con grupos armados ni apoyarlos; derechos equitativos para todo el mundo; y no transportar ni droga ni alcohol.
El conflicto en Colombia, que se remonta seis décadas atrás, tiene sus raíces en desigualdades sociales y económicas. «En Colombia no hay derecho a la propiedad de la tierra; el derecho a tener una casa propia prácticamente no existe; tampoco hay derecho a la educación o a la sanidad pública, o a una sanidad decente. La educación también es muy mala», explica Jesús Emilio. «Desde la Comunidad de Paz intentamos garantizar que cada familia tenga una casa y el derecho a poseer una tierra para que pueda cultivarla y alimentarse. Nuestro objetivo es crear un mundo diferente, una manera distinta de vivir en la que exista el amor por los niños, los adultos y los mayores».
Por desgracia, al salirse ellos mismos del conflicto, la comunidad se ha convertido en objetivo para quienes quieren hacerse con el control de sus tierras. Han perdido 261 miembros (hombres, mujeres y niños) como resultado. Hasta ahora, los asesinatos, las desapariciones y los desplazamientos forzados han permanecido desatendidos e ignorados por el gobierno colombiano, lo que no ha impedido que los líderes de la comunidad, como Jesús Emilio y Arley, sigan pidiendo justicia de forma internacional. «Los paramilitares siguen actuando, incluso de forma más abierta, y las diferentes instituciones del estado, sobre todo la policía y el ejército, los apoyan», explica Jesús Emilio. «El 18 de noviembre de 2013, los paramilitares atacaron uno de los enclaves de la comunidad, llamado Arenas Altas, y se llevaron a seis personas, cinco de ellas adolescentes.
Esto está ligado a la desaparición forzada del joven agricultor Buenaventura Hoyos el 31 de agosto de 2014, cuyas causas siguen siendo desconocidas a día de hoy. La situación es crítica».
A pesar de esta enorme inestabilidad, el compromiso de la comunidad con la paz sigue siendo férreo y viven en armonía con los alrededores. Cultivan una gran cantidad de ingredientes para comer y vender, entre los que se incluyen plátanos, aguacates, maíz, arroz, judías, plátanos macho y, por supuesto, granos de cacao.
En su centro de investigación ecológica y en la Farmer’s University, la comunidad ha desarrollado métodos de crecimiento que incorporan técnicas de permacultura, como la plantación mixta y el compostaje, de manera que no necesitan comprar pesticidas ni fertilizantes. También tienen la intención de ser energéticamente autónomos y están desarrollando nuevas estrategias todo el tiempo, como el gas bio o paneles solares.
El 23 de marzo, la comunidad celebrará su decimoséptimo cumpleaños. «Para la comunidad, el aniversario es un momento excelente, profundo y espiritual», explica Jesús Emilio. «Es algo especial porque gente de todos los enclaves que conforman la comunidad, así como amigos y aliados, se reúnen para celebrar la ocasión. Juntos, recordamos todos los años que hemos pasado, y miramos hacia los retos que tenemos que afrontar».
Actualización 2024: Lush sigue comprando los granos de cacao a la comunidad. Puedes encontrar su manteca de cacao de comercio justo en nuestra icónica crema corporal Charity Pot y en la hidratante facial Peace; también puedes encontrar el absoluto oloroso extraído de los granos en unos cuantos productos deliciosos, como el acondicionador Candy Rain o la crema corporal Posh Chocolate.