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¿El aceite de palma puede ser sostenible?

Más y más bosques lluviosos están desapareciendo por culpa de las plantaciones de aceite de palma, cuya producción global se duplicó entre el 2000 y el 2012. Dado que el debate mundial sobre el consumo de este aceite sigue estando en el candelero, un grupo de especialistas se unió a la Lush Summit de 2018 para ver hacia dónde podemos ir teniendo en cuenta la situación en la que nos encontramos, y también para aclarar si la idea del aceite de palma sostenible es realista o se trata de un oxímoron. Una cosa sí que está clara: el problema de la palma es complejo y no hay una receta milagrosa, escribe Katie Dancey-Downs, del Lush Times.

En una foto antigua, vemos a una niña observar. Tiene solamente seis años y forma parte de la tribu Orang Rimba, un grupo nómada en Sumatra cuya completa existencia está íntimamente ligada a la selva.

Esta foto tiene hechizado a Chris Packham, un naturalista y presentador de televisión británico, desde que la hizo, hace ya veinte años, cuando visitó por primera vez Sumatra y la tribu Orang Rimba. En cierto modo, la chica se ha convertido en la representación, para Chris, de una especie de barómetro para el estado del planeta, y está decidido a encontrarse con ella de nuevo. ¿Sigue viva? Y, si lo está, ¿tiene una existencia pacífica en la selva de Sumatra, o la industria del aceite de palma está empujando a la tribu Orang Rimba al borde de la desaparición?

Chris ya tiene una respuesta, después de haber vuelto de Sumatra, donde grabó In Search of the Lost Girl (en busca de la chica perdida, en español). El documental da un golpe en la mesa y ofrece un incómodo baño de realidad; se nos muestra cómo la industria del aceite de palma está afectando de una forma dramática a la tribu indígena Orang Rimba y cómo el mundo está gestionando el problema. Fresco del viaje, Chris se unió a la Lush Summit de 2018 y, junto con especialistas en sostenibilidad, empresas y activistas, se subió al escenario para el debate The Big Palm.

El debate <i>The Big Palm</i>, Lush Summit de 2018&nbsp;

El aceite de palma puede estar en todo, desde galletas hasta champú, pero detrás del aceite vegetal más consumido del mundo, se esconde una historia de devastación que afecta a la fauna, a los humanos y al medio ambiente.

En el ecosistema Leuser de Sumatra, existen dos selvas. Una de ella es densa y cuenta con plantas autóctonas, y los sonidos increíbles de la vida viajan entre los árboles. La segunda es una plantación de palma reglamentada, sin rastro de fauna; es un pueblo fantasma. Este es el único lugar del mundo donde coexisten orangutanes, rinocerontes, elefantes y tigres, pero se les está expulsando de su hábitat natural porque las plantaciones de aceite de palma están invadiendo la selva. Estos monocultivos resultan inhóspitos para la fauna y estropean el delicado equilibrio del ecosistema.

Panut Hadisiswoyo ha visto los efectos de los monocultivos del aceite de palma de primera mano. Mediante su trabajo con el Oranguntan Information Centre (OIC) en Sumatra, está afrontando los problemas a los que se ven expuestos los orangutanes sumatrinos. «El más grande de ellos, la pérdida de selva», dice. «El problema es la expansión, que nunca se detiene. La mayoría de las selvas se han sustituido por plantaciones y, mientras estamos aquí sentados, el bosque se está reduciendo», le dice Panut al público de la cumbre.

¿Podemos confiar en las certificaciones?

La cuestión de la certificación ocupa uno de los primeros lugares en la agenda del panel. ¿Puede el aceite de palma llegar a ser sostenible? Y, en caso afirmativo, ¿cómo pueden asegurarse de ello las empresas y los consumidores?

En el panel tiene su sitio Danielle Morley, de la Round Table on Sustainable Palm Oil (RSPO) (Mesa redonda sobre aceite de palma sostenible, en español), el estándar de certificación global para el aceite de palma sostenible. Explica que, dentro de la RSPO, hay un número de principios y criterios de los que la organización se sirve para determinar si el aceite de palma es sostenible. La RSPO tiene el foco puesto en cómo podría hacerse realidad el objetivo de «cero deforestación». Danielle dice: «Nuestra idea es transformar los mercados para que el aceite de palma sostenible sea la norma». Comenta que, además del valor de la certificación, las mesas redondas como RSPO también existen como plataformas de interacción muy preciadas.

Fiona Wheatley, mánager de desarrollo sostenible en Marks and Spencer, representa el sector de venta al público de la RSPO. Está de acuerdo en que la RSPO crea un espacio importante para que se produzcan conversaciones que pueden generar un cambio real. Sin embargo, lo que le supone un problema es el término «sostenible» como algo absoluto. En su lugar, quiere ver un desarrollo y una adaptación continuos. Fiona tiene un recordatorio importante: necesitamos la naturaleza para sobrevivir como especie. La naturaleza, las comunidades y los humanos deben estar en primer plano cuando se tome cualquier decisión, y es necesario que haya mejoras continuas. Esto, dice, es mucho mejor que simplemente poner el tick a las casillas. 

¿Tendríamos que abandonar por completo el aceite de palma?

En los pasillos del supermercado, vemos que producto sí y producto también contiene este ingrediente del que no podemos escapar, aparentemente. El aceite de palma es barato y versátil; se trata del aceite vegetal que más se cosecha, de manera que no es sorprendente encontrarlo en las industrias alimentarias y cosméticas.

Si bien es cierto que algunas empresas le han dado la espalda, está lejos de ser erradicado de forma general. Entonces, si las empresas y la gente quieren lavarse las manos con el tema de la deforestación, ¿qué tienen que hacer?

«La verdad es que depende mucho de los valores y aspiraciones de cada empresa», dice Fiona Wheatley, y añade que, por norma general, ha visto que los negocios se centran más en los problemas en torno al aceite de palma que en eliminarlo por completo de los productos. «Este tema está en los primeros puestos de las agendas gubernamentales y en las agendas de los organismos industriales. Si esto no fuera así, los negocios habrían seguido operando como de costumbre y habríamos perdido mucha más selva, y la producción sería mucho menos sostenible que ahora», dice.

Tiene claro que todo el mundo está frustrado con la lentitud con la que se produce el cambio. Todavía queda mucho por hacer y los objetivos de conservación ecológica solo se pueden lograr si todo el mundo arrima el hombro. Simon Constantine, el responsable de compras de Lush, ha estado luchando la última década contra los problemas del aceite de palma, y ha visto de primera mano la devastación de Sumatra. Nos cuenta lo siguiente: «Si la palma estuviera en el ecosistema correcto y tuviera la relación adecuada con el medio natural y con la gente, sería genial. Lo que pasa es que todavía no he visto un ejemplo de ello. Encontrar los ingredientes correctos en las zonas correctas es una forma mejor de satisfacer la demanda», dice. 

Para el OIC de Panut Hadisiswoyo, el problema reside en la forma en la que se cultiva el aceite de palma. Tal y como él lo ve, no hay más espacio para el desarrollo de este aceite, que ha contribuido a un crecimiento económico enorme en Indonesia. Panut explica que los jóvenes ven su futuro en la industria. No obstante, cree que la permacultura podría ofrecer un futuro alternativo y dar a los pequeños agricultores la oportunidad de ganar más dinero gracias a sus tierras. «Tenemos que dar una solución a las comunidades locales para que puedan mejorar sus ingresos y dejen de confiar solamente en los monocultivos y en el aceite de palma», advierte. «Todos tenemos la responsabilidad de hacer algo al respecto, no solo hablar sin tomar acción alguna».

¿Y ahora a dónde vamos?

Chris Packham sabe muy bien una cosa. Los monocultivos de aceite de palma son el síntoma de un problema mayor: el sobreconsumo colectivo. Quiere ver investigaciones sobre cómo nosotros, en tanto que especie, impactamos en el planeta. El momento de actuar es ahora, dice. «No podemos poner como excusa la complejidad del asunto. Si hay cosas que tenemos que hacer con urgencia, hay que ponerse manos a la obra y arreglarlas. No quedan selvas suficientes; no acabemos con más. Si no hay selvas, no hay esperanza ninguna», dice. Chris le cuenta al público que ha intentado no consumir el aceite de palma desde que volvió de Sumatra, pero admite que ha fallado: este aceite está en todos lados.

Como demuestra el ejemplo de Chris, es mucho más fácil decir que vas a boicotear productos con aceite de palma que boicotearlos de verdad. De hecho, uno de los miembros del panel dijo que los consumidores no repercutirán significativamente en la industria con el simple hecho de boicotear el aceite de palma. En cambio, la Sumatran Oranguntan Society de Helen Buckland dice que la gente tiene que moverse de forma constructiva para proteger las selvas que están en peligro en todo el mundo. «Se pueden hacer muchas cosas y vuestras voces son muy importantes», enfatiza. Helen tiene algún consejo: escribir a las empresas y hacer presión. Buscar organizaciones en las que creas y seguir a quienes las lideren.

En lo que al aceite de palma se refiere, no hay nada que asegure que el problema vaya a resolverse. El panel no está necesariamente de acuerdo con ninguna forma concreta a la hora de proceder, pero sí que cree que el poder de la gente es lo que hace que las cosas cambien de verdad.

¿Y qué pasa con la niña de Orang Rimba de la fotografía? ¿Es ahora una mujer que todavía sigue viviendo de forma feliz en la selva donde tanto ella como sus ancestros nacieron? Chris consiguió las respuestas a estas preguntas, respuestas que no hacen sino aumentar la rabia por la industria del aceite de palma.

Ve el debate completo aquí.

Lee más sobre Lush y el aceite de palma aquí.

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