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No te preocupes por el SLS

Es seguro, eficaz y biodegradable. Así que, ¿por qué el lauril sulfato de sodio (SLS) tiene tan mala reputación?

La mayoría de los champús líquidos de Lush no incluyen SLS y contienen surfactantes más suaves: lauril sulfato de amonio (ALS ) y alquil sulfonato de sodio (SAS).
 

El champú de coco Curly Wurly contiene ALS además de coco y aceite de jojoba para nutrir el cabello rizado, mientras que el champú de plátano Blousey contiene ALS además de plátano y mantecas de cacao y cupuacu para suavizar el cabello y restaurar su hidratación. 

Los champús sólidos son una excelente alternativa para los cueros cabelludos sensibles, principalmente por el modo en que se utilizan. Un solo champú sólido equivale a tres botellas de 200 ml de champú líquido; así que, aunque contienen una concentración muy alta de SLS (hasta un 90%) el riesgo de irritación es muy bajo, porque sólo la espuma se aplica al pelo y al cuero cabelludo.

“Ésta es una diferencia bastante importante”, explica Mark Constantine, cofundador de Lush. “Cuando utilizas un champú líquido, aplicas el material puro al cuero cabelludo, pero eso no ocurre con un champú sólido: únicamente aplicas la espuma que procede del material, lo que significa que incluso las personas con el cuero cabelludo más sensible pueden utilizarlo”.

No sólo eso: por ejemplo el champú sólido Jason And The Argan Oil, hecho con alga agar, contiene un 23% menos de SLS. 

¿Así que a qué viene tanto escándalo?

El lauril sulfato de sodio (SLS) se ha utilizado como ingrediente para champú desde los años 30, cuando se introdujo como alternativa al jabón. Funciona como surfactante, atrapando la suciedad grasa del pelo, de manera que pueda eliminarse con agua. Además, es un agente espumante eficaz que crea esa abundante espuma que la mayoría esperamos y disfrutamos cuando nos lavamos la cabeza.

A pesar de las terroríficas historias, en realidad no existe ninguna vinculación entre el SLS y el cáncer: en esto coinciden numerosas asociaciones médicas e industriales.
 

El Industry Research afirma: “No existen pruebas que sugieran que el lauril sulfato de sodio provoque cáncer, así que no es necesario dejar de utilizar champú. Los cosméticos se encuentran bajo una estricta regulación en Europa y tienen que demostrar que son seguros antes de poder venderse. Por desgracia, existen numerosos rumores infundados en internet acerca de cosméticos que provocan cáncer, pero sencillamente no están respaldados por pruebas científicas convincentes”.

La realidad es que el SLS presenta un excelente récord de seguridad, ofrece resultados extraordinarios y no es bioacumulable (no persiste en el medioambiente), aunque
tiene un posible efecto tóxico sobre organismos acuáticos. Contrariamente a algunos informes, también existe un mínimo riesgo de irritación cutánea cuando se utiliza en champús. 

“La mayoría de la gente utiliza champús que contienen SLS sin tener que preocuparse por la irritación cutánea o del cuero cabelludo”, afirma la Dra. Stefanie Williams, dermatóloga y directora médica en European Dermatology London. “Esto se debe a que se trata de un producto que se elimina mediante el aclarado, el tiempo de contacto es breve y, después de enjuagarlo, queda una ínfima cantidad de SLS (si es que queda algo) sobre la piel/cuero cabelludo”.

¿Qué es el SLS?

El lauril sulfato de sodio que utilizamos procede del coco y/o del aceite de palma, ambos fuentes abundantes de ácido láurico. Este ácido se procesa y convierte en SLS añadiendo ácido sulfúrico (procedente del petróleo) seguido de la neutralización con carbonato sódico (un mineral natural). Así que, aunque procede de un material
natural, se fabrica mediante un proceso químico. 

Es la confusión que rodea este proceso químico la responsable de numerosas preocupaciones relativas al SLS. 

Por ejemplo, los compuestos químicos conocidos como ‘nitrosaminas’ son derivados ocasionales del proceso de sulfatación y se cree que aproximadamente el 90% de estas nitrosaminas son cancerígenas. Aunque esto suena aterrador, es importante plantearlo desde cierta perspectiva: la mayoría ya estamos expuestos a las nitrosaminas a diario, ya que generalmente se encuentran en productos con látex, cosméticos, tabaco y alimentos como la cerveza, el pescado, la carne y el queso, que se conservan con salmuera con nitrito. 

También existe preocupación acerca de dos materiales, el óxido de etileno y el 1,4-dioxano, que se utilizan en la síntesis del lauril éter sulfato de sodio (SLES), el surfactante que utilizamos en las bombas de baño, los geles de ducha y Fun. Aunque el SLES es similar al SLS, pasa por un proceso adicional denominado ‘etoxilación’ para hacerlo más suave para la piel. Tanto el óxido de etileno como el 1,4-dioxano podrían ser cancerígenos, pero la química de la síntesis de surfactantes garantiza que el óxido de etileno se elimine completamente y, si queda alguna traza de 1,4-dioxano, es al menos 6000 veces inferior al nivel que podría suponer una posible amenaza para la salud de los seres humanos. 

“Todos nuestros productos se elaboran a mano, así que comprobamos este tipo de información minuciosamente”, explica el científico especializado en cosmética Lush, Daniel Campbell. “Sabemos sin ninguna duda que los propios productos son seguros, pero también queremos que los compuestos de nuestros productos sean seguros cuando trabajamos con grandes cantidades de estos ingredientes”.

La espuma

“Existen numerosas maneras de limpiar nuestro cabello sin utilizar champú”, explica Mark. “Podemos cepillarlo con regularidad o utilizar huevo o arcilla, pero la mayoría preferimos el champú, porque la abundante espuma procedente de los sulfatos crea una sensación de limpieza inigualable”.

La irritación por el SLS es improbable, incluso en aquellas personas que tengan la piel sensible o padezcan eczema, ya que el champú se elimina completamente mediante el aclarado. De hecho, el riesgo es tan pequeño que no existen límites en la UE sobre el uso de SLS en los productos que se eliminan mediante enjuague, ya que la irritación sólo se produce con productos que permanecen sobre la piel.

Esto puede deberse a que el riesgo de irritación aumenta según la concentración de SLS utilizada, y el contenido de SLS de los champús de Lush (si lo contienen) es inferior a la media. Daddy-O sólo contiene un 10%.

Incluso a estas bajas concentraciones, Mark admite que el SLS puede resecar el cabello, por lo que añadimos ingredientes hidratantes como aceites y mantecas para dejarlo suave, brillante y manejable. Pero esto no quiere decir que los champús que contienen SLS sean la mejor opción para todo el mundo; pueden ser un poco más agresivos para aquellas personas con el cabello muy largo, seco o rizado, por lo que ofrecemos muchas otras alternativas.
 

El siguiente paso lógico es desarrollar nuestro propio surfactante que no contenga nada de aceite de palma, que pueda usarse en fórmulas sólidas y que sea completamente biodegradable y no tóxico para la vida marina. 

Ya estamos trabajando en ello. 

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