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La historia de Lush y los tintes de henna

Estamos en 2001 y Helen Ambrose, cofundadora e inventora de productos de Lush, sigue en el laboratorio (número 29 de la High Street, en Poole) pese a que su hora de salida ya ha pasado. Fuera la luz se va atenuando; en el interior, está mezclando hojas de henna iraníes (Lawsonia Inermis), hierbas y manteca de cacao por primera vez.

En la estantería que está por encima de Helen, hay algo que ha servido como moneda a lo largo de la historia: el bloque de té. Esta pertenece a Mark y lleva ahí varios años, orgullosa. Hoy, una mirada sin más intención podría traducirse en una idea genial, siempre que a Helen le salga bien. Coloca la crema en un molde improvisado y lo deja así; después se va a casa.

Casi 20 años después, Mark Constantine sigue celebrando la lucidez que tuvo Helen aquella tarde. «Añadir manteca de cacao a la henna para que así se derrita cuando se le añada agua  y se convierta en una base cremosa estupenda es simplemente increíble. No tiene envase ni conservantes; la manteca de cacao hace que peinar el pelo sea más fácil y permite retirar la henna. La simplicidad y la claridad son, en mi opinión, excelentes».

De vuelta a nuestras raíces

La henna tiene cierta afinidad con la keratina, lo que hace de ella uno de los pocos materiales de la naturaleza capaces de producir un color que dure en el pelo. A diferencia de los tintes permanentes sintéticos que penetran en la cutícula del pelo, la henna actúa como una barniz, haciendo que el pelo brille (en lugar de alterarlo) con ricos tonos de un rojo cobrizo. Además, tiene el beneficio añadido de darle al pelo un brillo extra y cuerpo, y no se asocia con los riesgos de salud ligados a los tintes sintéticos.

Mark estaba entusiasmado con los beneficios de los ingredientes naturales como la henna desde el principio de su trayectoria profesional, después de haber estado de prácticas en una peluquería de Weymouth, su pueblo; prácticas que lo llevaron después a trabajar como peluquero en Londres, en Elizabeth Arden. Más tarde empezó a estudiar y a practicar la tricología (el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades del pelo y del cuero cabelludo) en The Ginger Group Hairdressers.

«El tiempo que estuve trabajando en The Ginger Group me influyó mucho», reflexiona Mark. «Mi trabajo consistía en dejar el pelo en las condiciones adecuadas para el peluquero o peluquera. Siempre elegía a alguien que tenía que trabajar como modelo y que necesitaba tener un buen aspecto. Había que dejar el pelo en buenas condiciones, y uno de los secretos que teníamos eran los tratamientos con cremas. Alguien entraba, le aplicabas un aceite para el cuero cabelludo y después le ponías un tratamiento por todo el pelo, le dabas calor y, de nuevo, champú y acondicionador. Y la combinación de todas estas cosas hacía que el pelo estuviese en buenas condiciones otra vez para que el peluquero pudiera dejarlo bonito». Décadas después, Lush vende su propia gama de tratamientos capilares, inspirada en el aprendizaje que tuvo Mark en The Ginger Group y en su entusiasmo por las hierbas y el material proveniente de las plantas.

De vuelta en Dorset como tricólogo residente en la prestigiosa peluquería Marc Young, la pasión de Mark por la cosmética natural se convirtió en un negocio cuando conoció a la esteticista Liz Weir. Los dos entusiastas de las hierbas, que pensaban de la misma forma, montaron la Herbal Hair and Beauty Clinic en 1977 en el 29 de la High Street en Poole, Dorset, donde ofrecían distintos servicios de belleza.

«Solíamos hacer fiestas de henna», recuerda Mark, «en las que poníamos mucha música. Los clientes estaban en bata y les teñíamos el pelo, les dábamos vapor y se lo lavábamos. Ganaba lo suficiente como para vivir, y era muy divertido».

Aunque las fiestas eran ruidosas a veces, a Mark le dieron la oportunidad de perfeccionar sus conocimientos a la hora teñir el pelo con hierbas. «Aprendí que teñir el pelo con henna es un verdadero arte», explica, «sobre todo en aquella época, cuando usaba combinaciones de hojas secas. Es como preparar una taza de té: puedes hacerla de una forma o de otra. Yo aplicaba mucha cantidad en el pelo; era algo bueno e intenso. También usé un montón de combinaciones diferentes de café y vino tinto. Usé un montón de vino tinto en la henna. ¡Una copa para mí y otra para la henna! El olor de las especias, del clavo y de la nuez moscada al calentarse era increíble».

Además de un servicio práctico de henna, los clientes de la época podían comprar productos para el tinte: champú de azafrán para «dar brillo y acondicionar el pelo rubio» y champú de henna «con un 60 % de infusión de henna para darle al pelo brillo y cuerpo». «Es divertido usar los tintes naturales», dice una nota que se guardó sobre los servicios de Constantine y Weir, «y el efecto en el pelo puede ser tan chulo y natural (o emocionante y estupendo) que te preguntarás por qué no los has probado antes».

Fueron los experimentos de Mark en los productos con henna los que llamaron la atención de Anita Roddick, la mujer de negocios responsable del auge que tuvo la marca cosmética y de culto de los 80 llamada The Body Shop. Mark le envió algunas muestras, entre las que se incluían, según sus propias palabras, «un champú de henna que parecía caca». Ella, decidida, hizo una compra de 1572, 75 libras, una suma muy alta en aquella época.

Como consecuencia, tanto Constantine como Weir se convirtieron en los directores de un salón de belleza y en un centro de investigación y desarrollo para The Body Shop. En la biografía de Mark, titulada Dear John: The Road to Pelindaba, su amigo de la infancia, Jeff Osment, recuerda que el domicilio conyugal de Mark y Mo en Poole se convirtió rápidamente en un almacén para los productos de The Body Shop en desarrollo.

En el 29 de la High Street, sin embargo, poner en bolsas todas las combinaciones hechas a medida de The Body Shop y llevarlas de un lado para otro con unas escaleras tan estrechas fue una tarea mastodóntica. «Liz era una fenómena», recuerda Mark. «Maniobraba escaleras abajo con sacos de 50 kg. No tengo ni idea de cómo lo hacía».

Una vez que las mezclas de henna se enviaban de forma segura en camión a The Body Shop, Mark visitaba las tiendas y le enseñaba al equipo cómo aplicar la henna en el pelo; desplegaba toda su sabiduría. Cuando The Body Shop compró en 1994 los derechos de todos los productos que Constantine y Weir habían inventado, el acuerdo incluía un contrato en el que no se les permitía abrir una tienda física durante un número de años.

En su lugar, abrieron un negocio en el que se pedía por correo electrónico.

Llega el revuelo: color de pelo y Cosmetics To Go

Cosmetics To Go vendió algunas de las invenciones más revolucionarias que The Body Shop rechazó inicialmente, como el champú sólido de la cofundadora Mo Constantine y las bombas de baño. Dado que la henna no estaba disponible al principio, porque Mark y la cofundadora la vendieron a The Body Shop, a los clientes se les presentaron productos como el champú sólido Waxed And Clam-Baked (hecho con henna y bayas de enebro  para el pelo tratado químicamente) y el kit capilar aclarador Dimestore Blonde «para un look “veraniego”».

«Enséñanos una foto real de alguien que haya probado Dimestore Blonde; quizás eso me tiente y lo compre», escribió Michelle de Surrey en uno de los catálogos de culto de Cosmetics To Go. Helen Ambrosen y su compañera Rowena Bird, que pronto se convertiría en cofundadora de Lush, orgullosas de haber utilizado Dimestore Blonde, aparecieron en el siguiente número del catálogo presumiendo de un pelo brillante.

La gama Really Cookin’ de 1993 le presentó los tratamientos de henna a una nueva hornada de clientes; en la gama se incluía Cajun Swamp Water, hecho con henna roja para lucir «un pelirrojo natural o “barnizado”» y Jalapeno, preparado con henna roja, barro de rhassoul y zumo de limón para un pelo «rojo salvaje». Estos tratamientos frescos tenían que meterse en la nevera y usarse en dos semanas. También estaba de oferta el kit Le Soleil: un kit de crema para darle brillo al pelo por sí mismo, o para antes de utilizar los tratamientos de henna roja.

Por desgracia, antes de que los clientes pudieran empezar a responder a todo eso, en enero del año siguiente Cosmetic To Go dejó de existir; fue una víctima de su propio éxito, tal y como se detalla en el libro de Mira Manga Danger! Cosmetics To Go: A Company On The Edge! Las puertas de la verdadera fábrica de Wonka se cerraron, pero no por mucho tiempo.

Lush y tintes hechos a mano y frescos

En 1995, el equipo de Cosmetics To Go se reunió y empezó a preparar cosméticos en el 29 de la High Street otra vez. Ahora que no existían restricciones para abrir una tienda, Mark, Mo, Liz, Helen, Rowena y el anterior experto en informática en Cosmetics To Go, Paul Greaves, se gastaron el poco dinero que les quedaba en frutas y verduras de un puesto del mercado y volvieron a las raíces de lo fresco y lo hecho a mano. En 1995, el 29 de la High Street abrió sus puertas una vez más y se bautizó más tarde como Lush: un negocio de pequeña escala que iba a triunfar allí donde Cosmetics To Go había fallado.

La henna aparecía como ingrediente en el primer folleto del Lush Times allá por 1995, en un champú que prometía «una combinación suave de alga en polvo, henna, ortigas y romero para dar brillo y refrescar el color en los pelos pelirrojos y castaños».

Mark y Helen trabajaban duro con las formulaciones, en las que usaban su basto conocimiento herbal para crear mejunjes con una base de henna de los que todos los clientes pudieran beneficiarse, ya fuera para teñirse el pelo o simplemente para ponérsela en el cuerpo y hacerlo brillar. Los usuarios del 29 del High Street y del recién abierto Lush podían elegir entre Solanna, hecho con camomila, ruibarbo y henna roja si querían conseguir «un rubio rojizo increíble»; un «tratamiento intenso para los rubios», hecho con camomila y zumo fresco de limón; Capella File d’Oro, hecho con henna roja, clavo y café «para tonos de un marrón rojizo»; y Sea Henna, «un tratamiento acondicionador intenso para todo tipo de pelo» hecho con henna y vinagre balsámico. «Cómpralos rápido», advertía el catálogo del Lush Times de 1998, «huelen tan rico que nuestra tienda los vendió la primera mañana que se pusieron a la venta».

El formato bloque

Pero la verdadera revolución de la henna llegó en 2001, con la aparición de la manteca de cacao de Helen. Fue una idea genial gracias a el bloque del té, una moneda de cambio en la Asia del siglo IX al XX. Los comerciantes comprimían el té en bloques muy compactos porque así era mucho más fácil transportarlo en las rutas entre China, Siberia, Tíbet, Mongolia, Turkmenistán y Rusia, y tenían el beneficio añadido de fermentarse más rápido si se les daba calor para dar un aroma más intenso. Helen usó una técnica similar para solucionar el problema de vender henna en las tiendas de Lush.

Helen recuerda: «Cuando empezamos Lush, hacíamos la henna caliente al baño maría en la tienda, lo cual era increíble. Hacía que la tienda oliera espectacular, pero no se vendía mucho. Intenté hacer la henna más visual, así que le añadí manteca de cacao, cambié el ácido cítrico por zumo de limón y lo coloqué todo en un molde. Por aquel entonces ya teníamos un verdadero objetivo de hacer todo lo que se pudiera en sólido. Lo quería hacer más visual; ¡ya tuvimos  años y años de polvos verdes!».

Mark se entusiasmó instantáneamente con la creación inspirada en el bloque de té, que además era más fácil de usar y hacía un guiño a las antiguas civilizaciones. Juntos se acabaron decidiendo por cuatro formulaciones finales de los bloques de henna: Rouge, Brun, Marron y Noir. Tres de ellas incluían las combinaciones variables de índigo y henna tan queridas por los iraníes para teñir el pelo con tonos castaños más oscuros. Había una combinación de rubios especialmente difícil que al final no salió: «¡Decidimos que íbamos a tener una vida tranquila!», dice Helen.

A Hilary, la futura directora de Lush Ethics, que estaba trabajando en el departamento de investigación y desarrollo en aquella época, se le encargó la tarea de diseñar un molde que representara el significado cultural de los ingredientes. Hilary recuerda: «A Helen y Mark les encantaba el hecho de que, en el pasado, el té se compactara en bloques y se usara como una moneda de cambio en lugar de dinero: era la idea de que ingredientes simples como el té y la henna fueron en su tiempo muy importantes para la gente. En vez de fijarme en los diseños de los bloques de té, lo hice con los diseños preciosos de la henna que se usaban en las bodas y adapté algunos de los patrones de hojas que vi».

Misma henna, nueva sombra: ¡te presentamos Vénitien!

Casi 20 años después de nuestra henna, un tono nuevo se une a la gama de de Lush. Vénetien es una reelaboración de la fórmula original para pelos rubios de Helen y Mark, con modificaciones de la jefa del Lush HairLab y colorista Daisy Evans para hacer que una henna para rubios fresa se puede aplicar a rubios naturales o castaños claros.

Daisy, que empezó su carrera en la peluquería a los cinco años cuando (según su abuela) le hizo a su hizo hermana el mejor bob francés, se unió a Lush en 2018. Trabajó como estilista colorista durante seis años y se acercó a la henna con muchas ganas, dada la reputación ligada al miedo que tiene en la industria de la peluquería. La mayoría de las personas que trabajan en una peluquería no están familiarizadas con el uso de la henna. No forma parte de la educación estándar y, por su contaminación frecuente con materiales que no se mezclan bien con los tintes oxidativos o procedimientos permanentes, no tiene buena reputación. Unos niveles muy altos de parafenilendiamina para tintes en hennas de peor calidad también pueden hacer que seas susceptible de una reacción alérgica severa al usar color sintético. Por suerte, y Daisy lo descubrió pronto, la henna de Lush es 100 % natural y está libre de esos contaminantes.

«Al ser peluquera tenía que lidiar con gente que se había teñido el pelo con henna, pero a mí nadie me enseñó lo que era y cómo funcionaba», reflexiona Daisy. «Era una cosa grande que daba miedo». Desde entonces, trabajar de cerca con los materiales y con Mark le ha dado un conocimiento nuevo, seguridad y aprecio por el tinte herbal; tanto, de hecho, que se animó a cambiarse de look con la fórmula original para rubios de Mark y Helen.

«Cuando empecé a trabajar con la henna, descubrí que mucha gente pedía un tinte de  henna más claro, sobre todo clientela que tenía el pelo rubio o más claro y que ya había probado Rouge pero que le daba demasiado brillo y era demasiado arriesgado. Adoraban la calidad de Rouge, pero no la intensidad que tenía. El sintagma “rubio rojizo” aparecía mucho; era algo similar al rubio rojizo-dorado que, según sabemos, era la moda en la Italia renacentista».

«Elegí utilizar nuestro increíble polvo de henna roja, pero más o menos la mitad de cantidad que se usamos en Rouge. Esta era la base para darle un poco de calidez al pelo. Después, para suavizar ligeramente los efectos de la henna roja, añadí canela cassia, que recubre el pelo con un brillo translúcido. La canela cassia se adhiere al pelo, pero no de una forma tan rotunda como la henna. Tras experimentar con muchas hierbas y flores pigmentadas, descubrí que el ruibarbo en polvo añade una buena cantidad de tono dorado, junto a la camomila en polvo que mejora el rubio y que ya usamos en nuestro tratamiento Marilyn».

El resultado fue Vénetien: el bloque perfecto para añadir tonos dorados y rojizos al rubio natural o a los castaños claros. También se puede utilizar para teñir de un rojo dorado el pelo cano o para dar calidez y brillo al pelo que se ya se ha aclarado si te estás alejando de los decolorantes.

El trabajo de Daisy con Vénitien también supuso una nueva perspectiva en los bloques de henna con unas pequeñas modificaciones para crear tonos más ricos e intensos. Para los colores más cálidos, Rouge y Marron, Daisy descubrió que el hibisco añadía más intensidad y color rojo al pelo. El noni se combinaba bien con el índigo para dar tonos más bonitos a Noir y Brun.

Para celebrar los 20 años del bloque de henna de Lush, cada una de ellas se ha rediseñado para rendir homenaje a la importancia cultural de las plantas en las diferentes regiones. Reflexionando sobre el uso histórico de la henna en Egipto y Marruecos, Rouge tiene un diseño geométrico angular, inspirado en los patrones encontrados en la piel del Norte de África. Marron, Brun y Noir tienen unos diseños inspirados en los diseños de henna orgánicos, florales y tradicionales encontrados en la piel de Oriente Medio y Asia, donde la henna y el índigo se han combinado a lo largo de la historia para formar una pasta más oscura. En cuanto a Vénitien, se ha hecho un guiño a su propia historia de invención, así que el diseño está inspirado en los patrones intrincados de los encajes del Renacimiento italiano.

Esperamos que estas pequeñas actualizaciones celebren y mejoren la alegría que sentimos cuando nos aplicamos la henna: el lujo, la historia, la belleza y, por supuesto, el proceso de aplicación!

Este artículo es un extracto editado del capítulo 11 de True Colours: Hair Colouring for the Curious and the Cautios, publicado por Lush.

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