El coste medioambiental de los conservantes

Los conservantes sintéticos nos han permitido crear alimentos comestibles durante más tiempo y cosmética que no se echa a perder en las estanterías del baño. Pero cuando el producto se va por la tubería, se incorpora al sistema de aguas y forma parte de un ciclo esencial para la vida en la Tierra. Las plantas y los animales acuáticos ingieren químicos que, en grandes cantidades, podrían afectarles negativamente. Estos químicos, además, pasan luego a animales que están más arriba en la cadena alimentaria.

Este proceso, conocido como bioacumulación, ya tuvo efectos negativos en el medio ambiente. En las décadas de 1950 y 1960, se descubrió que un insecticida común debilitaba los huevos de las aves, lo que hacía que se resquebrajaran cuando los padres intentaban incubarlos.

Algo similar ocurre con el uso de los policlorobifenilos (PCB), que se usaron por primera vez en la década de los cuarenta y, aunque treinta años más tarde se prohibieron, a día de hoy siguen afectando a la población de orcas. Las orcas acumulan aquellos químicos (que afectan negativamente a los índices de reproducción y a los sistemas inmunes de los mamíferos) que obtienen de sus presas y transmiten las toxinas a las crías. El Dr. Paul Jepson, de la Sociedad Zoológica de Londres, explica: «Aunque los PCBs se hayan prohibido, son muy resistentes a la hora de descomponerse en el medio ambiente. La desaparición de estos contaminantes sucede muy despacio».

Los conservantes cosméticos y los materiales que no son biodegradables también se acumulan en los sistemas de agua y contribuyen a esta contaminación. En 2016, un comité de inspección medioambiental estimó que se han acabado acumulando entre 15 y 51 trillones de partículas de microplástico en los océanos. Europa vierte entre 80 000 y 219 000 toneladas al año.

Stephanie Green, investigadora de conservación en la Universidad Estatal de Oregón, explica: «Nos enfrentamos a una crisis del plástico y no lo sabemos. Los contaminantes como las microesferas no son algo para lo que se construyeron las plantas de tratamiento de aguas residuales. La cantidad de contaminación es enorme. Las microesferas duran mucho».

Investigadores australianos han descubierto que los peces que ingieren microesferas acumulan niveles más altos de contaminantes en sus sistemas. El investigador al mando, Bradley Clarke, concluye: «Todo plástico atrae y concentra químicos tóxicos cuando está en el agua, pero este problema se agrava con las microesferas, por el tamaño y el área superficial».

En 2015, se usó un total de 75 000 toneladas de conservantes en los productos cosméticos de todo el mundo, lo que supone un incentivo extra a la hora de proteger los ecosistemas que son vitales para nuestra supervivencia, desde contaminantes hasta materiales que no son biodegradables. Encontrar maneras más naturales de conservar los productos, con ingredientes como la miel y la sal marina, que se descomponen sin consecuencias negativas, aportará más beneficios a la piel y al pelo y reducirá el impacto en el mundo que nos rodea.

En Lush, cuando necesitamos un conservante sintético, usamos la cantidad mínima. Puedes leer más sobre nuestro concepto de autoconservante o el uso que hacemos de los conservantes pinchando en los enlaces.

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